La pérdida de la memoria reciente es el síntoma inicial más relevante, pero no es la única función cognitiva que gradualmente se afecta. Todos compartimos la esperanza de que en un futuro próximo se encuentre la cura definitiva para esta enfermedad de Alzheimer.
Por: Claudia Varón de Franco Presidente Fundación Acción Familiar Alzheimer Colombia – AFACOL
La persona con Alzheimer no está loca
La enfermedad de Alzheimer fue descubierta en 1906 por el neurólogo alemán Alois Alzheimer y es la demencia más común, presente en 60% a 70% de los casos.
El solo término ha dado origen a demasiada confusión y aún se lo sigue relacionando con locura. Es necesario destacar que la persona con Alzheimer, aunque como resultado de su enfermedad tiene algunos comportamientos y conductas inusuales, no está loca.
Hay una falta de concientización y comprensión de la demencia, lo que puede causar estigmatización y suponer un obstáculo para que las personas acudan oportunamente a los servicios de diagnóstico y atención.
Pero, ¿cuáles son los síntomas?
La pérdida de la memoria reciente es el síntoma inicial más relevante, pero no es la única función cognitiva que gradualmente se afecta y esto es necesario saberlo para entender y acompañar a una persona con diagnóstico de esta enfermedad.
Es normal que, ocasionalmente, olvidemos el nombre de personas conocidas, hechos de la vida reciente o incluso que nos confundamos con el recuerdo de eventos lejanos. Es muy frecuente que nos preguntemos dónde dejamos las llaves, qué hicimos la chequera, o busquemos afanosamente unos anteojos que llevamos puestos. Todos tenemos la experiencia de tener la palabra en la punta de la lengua y muchos no hemos sido nunca capaces de memorizar teléfonos o direcciones.
Lo anterior se considera ‘olvidos benignos’, que son aquellos que ocurren eventualmente pero que no afectan la realización de las actividades de la vida diaria. Lo que no es normal es que la persona mayor pierda la memoria.
¿Cómo se clasifica la enfermedad de Alzheimer?
La enfermedad de Alzheimer pertenece al grupo de enfermedades clasificadas por la Asociación Americana de Psiquiatría como un Trastorno Neurocognitivo Mayor, (antes llamado demencia tipo Alzheimer). Desde 2015, esta Asociación –que utiliza un libro guía para clasificar las enfermedades mentales (DSM5)– decide cambiar el nombre de demencia por trastorno neurocognitivo. Esto con el objetivo de desestigmatizar la enfermedad, pues el peso social que tiene el diagnóstico de demencia en la persona que la presenta es grandísimo, al igual que en su familia.
Este trastorno neurocognitivo se caracteriza por ser degenerativo haciendo que la persona pierda progresivamente su capacidad para valerse por sí misma. Esto debido a que va disminuyendo las funciones cognitivas que son los procesos mentales que nos permiten llevar a cabo cualquier tarea o actividad. Dentro de las funciones cognitivas se encuentran: orientación, memoria, atención, lenguaje, habilidades motoras y funciones ejecutivas (habilidades como planear, tomar decisiones) y otras.
Señales de alarma
- Disminución de la memoria reciente. Afecta el desempeño de las actividades diarias; por ejemplo, repetir la misma pregunta varias veces, olvidar con frecuencia las tareas diarias. No se incluye el olvidar ocasionalmente un número telefónico o el nombre de un compañero.
- Problemas del lenguaje. Por ejemplo, remplazar las palabras por otras que no corresponden a la frase: sentémonos en la casa, comamos en la silla. No se incluye la dificultad ocasional para encontrar la palabra correcta.
- Dificultades en el desempeño de las tareas familiares. Por ejemplo, dejar abiertas la ducha o la puerta de la calle o prendida la estufa con repetida frecuencia, repetir todos los días el mismo menú…
- Alteraciones en la capacidad de juicio. Por ejemplo, no poder manejar dinero o cuidar un niño, ‘actuar irresponsablemente’.
- Desorientación en lugar y tiempo. Mayor alarma si ocurre en lugares conocidos, fechas especiales.
- Extraviar las cosas. Por ejemplo, poner las llaves en la estufa, las medias detrás del televisor, pelear porque ella o él no son responsables de la pérdida de las cosas.
- Alteraciones con el pensamiento abstracto. Por ejemplo, dificultad repetida en el manejo de cuentas de ahorro, cuentas de cobro, deudas, etc.
- Cambios bruscos de ánimo y de comportamiento. Por ejemplo, pasar fácilmente de la alegría al llanto, tornarse irritable o aislarse sin causa aparente.
- Disminución de la iniciativa. Por ejemplo, ser pasivo, necesitar un guía para tomar decisiones, esperar que se le ordene para actuar.
- Cambios de la emocionalidad. Por ejemplo, en un solo día pasar de eufóricos a irritables, temerosos.
Tratamiento
Es importante iniciar a tiempo las terapias combinadas con la asesoría del equipo interdisciplinario, con el fin de sacar el máximo provecho en cada uno de los casos.
No hay ningún tratamiento que pueda curar la demencia o revertir su evolución progresiva. Las terapias estarán enfocadas en retrasar el deterioro o en mantener las funciones comprometidas, con el propósito de conservar al máximo la independencia en la realización de las actividades de la vida diaria.
Se tienen a disposición opciones farmacológicas y no farmacológicas. Dentro de las posibilidades no farmacológicas estas son algunas de las opciones:
- Programas de estimulación y actividad (orientación a la realidad, reminiscencias, musicoterapia, etc.).
- Estimulación específica de funciones cognitivas (atención, memoria y aprendizaje).
- Programa de psicoestimulación integral (aplicar todas las técnicas dentro de un ambiente controlado y por períodos extensos: centros día).
Las opciones farmacológicas deberán ser consultadas con el médico. Existen medicamentos orientados específicamente al tratamiento de la enfermedad y aquellos destinados al manejo de cambios del comportamiento como apatía, ansiedad, depresión, entre otros.