Tomado de internet
Dos personas mayores, el viudo y ella también viuda, y que se conocían desde hacía varios años.
Una tarde, hubo la reunión que mes tras mes se hacía en un conocido restaurante para convivir los jubilados.
En esa ocasión, los dos se encontraron sentados en la misma mesa, uno frente al otro, y durante la comida él la miraba y la miraba admirado, hasta que, finalmente, se dio el valor para preguntarle:
–¿Quieres casarte conmigo?
Después de unos pocos segundos de «cuidadosa consideración», ella le respondió emocionada:
–SÍ… ¡SÍ… ACEPTO!
Al poco rato, después de que la comida terminó, y luego de algunos intercambios agradables de palabras, ambos se fueron a sus respectivos hogares.
Y a la mañana siguiente, cuando él se despertó, estaba preocupado y dudoso de la respuesta de ella.
¿Me dijo que SÍ?… ¿O me dijo que NO?
Él no podía recordarlo, incluso lo intentó y lo intentó… pero simplemente no podía recordar nada, no tenía ni siquiera una vaga idea y muy inquieto y nervioso fue al teléfono y llamó a su amiga.
En primer lugar, le tuvo que explicar que su memoria no era tan buena como solía serlo, luego, le recordó la tarde hermosa que habían pasado juntos el día anterior, y, con un poco más de coraje, le preguntó:
–“¿Cuándo te pregunté… si querías casarte conmigo… ¿qué me dijiste?… ¿qué SÍ o que NO…?”
Él quedó encantado al oírla decir:
–“Te dije que SÍ… Que sí acepto y lo dije con todo mi corazón… Y quiero que sepas que estoy muy feliz de que me llamaras… Porque no podía recordar, ¡quién me lo había pedido!