El envejecimiento de la población, una tendencia cada vez más marcada en el mundo y de manera pronunciada en América Latina y el Caribe, está dando paso a la llamada economía plateada. Las personas mayores están impulsando uno de los mercados más rentables y dinámicos de los últimos años, convirtiendo un gran desafío en una oportunidad
Por: Marco Stampini – innovaspain.com
Las necesidades y preferencias de las personas mayores mueven la economía
Según un informe de la Comisión Europea, desarrollado por el Grupo Technopolis y Oxford Economics, las necesidades y preferencias de las personas mayores influyen en la oferta de casi todos los sectores, incluyendo “la salud y la nutrición, el ocio y el bienestar, las finanzas y el transporte, la vivienda, la educación y el empleo”.
Hablamos de un amplio catálogo de productos y servicios destinados al consumo de las personas mayores, que puede alcanzar en Europa los 5,7 billones de euros en el año 2025 y que, hoy en día, en Estados Unidos, tiene un valor de ocho billones de dólares.
Se trata, además, de un grupo poblacional cuyo poder de compra en América Latina y el Caribe, sin alcanzar los niveles de Europa o Estados Unidos, no es nada desdeñable: 52% de las personas mayores de 50 años de la región pertenece hoy en día a la clase media o alta, frente a 32 % de los menores de dicha edad.
¿Una oportunidad más que un desafío?
Una mayor longevidad de la población presenta importantes desafíos para los sectores públicos, cuya respuesta debe incluir la articulación de sistemas sociales de pensiones, salud y cuidado, capaces de atender a un número creciente de individuos. Al mismo tiempo, supone magníficas oportunidades de negocio para el sector privado. En los países que se encuentran en fases más avanzadas de la transición demográfica, la economía plateada ha sido un poderoso motor de generación de empleo. Entre los sectores más importantes de esta nueva economía se encuentran los servicios de atención a la dependencia.
Cerca de 24% de los europeos y 21% de los estadounidenses son actualmente mayores de 60 años. Mientras tanto, América Latina y el Caribe tienen una población relativamente joven, con solamente 11% de mayores de 60.
Sin embargo, es la región del mundo que más rápidamente está envejeciendo. Se prevé que para 2085 sea la primera región en donde un tercio de sus habitantes tendrá más de 65 años. Cuando esto pase, la mitad de su población habrá superado los 50 años. Muchos de estas personas mayores, especialmente los que padecen enfermedades crónicas, experimentarán algún grado de dependencia y requerirán, además de atención sanitaria, servicios sociales.
El apoyo a la dependencia como empleo formal
Se considera que una persona es dependiente cuando tiene dificultades para llevar a cabo actividades de la vida cotidiana, como comer, vestirse o desplazarse en el interior de una vivienda. Es algo que está asociado, a menudo, con limitaciones funcionales características del propio progreso del envejecimiento o de las enfermedades crónicas, como afectaciones a la vista, la audición o la movilidad.
La atención a estas personas permite el desarrollo de muchos trabajos altamente cualificados, incluyendo investigación en teleasistencia y cuidado robótico, y otros de menores requerimientos formativos, como la provisión de servicios domésticos de atención que reduzcan la carga para el sector de la salud y las familias.
Según la consultora McKinsey, la atención a la dependencia es una profesión que crecerá en los próximos 15 años, tanto en los países en vías de desarrollo como en los desarrollados. En Corea del Sur, por ejemplo, un país que hace poco más de una década puso en marcha un sistema de atención a la dependencia, este sector ya ha generado casi medio millón de empleos formales.
Una cuestión de género
Esta tendencia tendrá un impacto especial sobre las mujeres, que conforman gran parte de esta fuerza laboral. 90% del cuidado de las personas mayores en América Latina y el Caribe es ejercido por mujeres. Debido a la falta de servicios adecuados de apoyo, pueden verse obligadas a llenar ese vacío para ocuparse del cuidado de sus seres queridos, reduciendo su participación en el mercado laboral y privando a la economía de un importante activo para su desarrollo.
En contraparte, la mayoría de los empleos formales generados por el mercado de la atención a la dependencia es femenino. Para seguir con el ejemplo de Corea, 95% de los empleados en este sector son mujeres, en su mayoría mayores de 45 años.
Aprovechar hoy para cultivar mañana
El desarrollo de la economía plateada es importante, además, para la sostenibilidad del sector de la salud. La carencia de sistemas de apoyo a la dependencia puede sobrecargarlo, especialmente en los hospitales, ya de por sí, en muchos casos, con insuficientes recursos humanos y materiales.
La economía plateada está llamada a desempeñar un papel relevante en la atención a la dependencia, una de las necesidades más urgentes de la población mayor. Los gobiernos deben sentar las bases regulatorias para que la economía del cuidado y, de manera más general, la economía plateada, se desarrollen de manera formal. Sólo así se podrá aprovechar la coyuntura y asegurar que se conviertan en un mecanismo de generación de empleo de buena calidad, al que el sector privado pueda contribuir con la oferta de servicios de apoyo.