Por: Olga Díaz Díaz
Hoy, día del Amor y la Amistad, a pesar de ser cinofóbica (sentir miedo por los perros), recordé a Queso, un perrito Bulldog francés, con quien tuve la oportunidad de compartir por unos días, tal vez por unas horas, y que, sin embargo, ganó mi corazón y alivió ese temor infundado a los perrunos.
Pude observar sus tiernos ojitos al ser castigado por hacerse pipí en un ‘sitio no apto’.
¿Qué sabe un bebé de ‘sitios aptos’? Queso era un bebé, un perruno bebé, regañado y asustado.
Aquella tarde, se echó sobre las piernas de su amo, para buscar comprensión y cariño. Yo tragué grueso, y en las lágrimas que pujaban por salir de mis ojos, iba la carita de Queso cuando me miraba.
Hoy, Día del Amor y la Amistad, lo recuerdo. Tal vez, porque entre él y yo había algo en común: la soledad, la protesta ante lo injusto y preguntas que nadie contestaba.
Queso tiene otra casa, otra familia. Él, de blanco y gris, los colores de mis canas.
¡Ojalá Queso esté feliz!
¡Ojalá supiera que lo extraño!
