Por: Olga Díaz Díaz
A ustedes dos,
que esperan pacientemente
que yo las ate o las desate;
que mantienen
bien cerradas las puertas,
para que no penetre
alguna piedrecita
descarriada de su roca madre,
que pudiera hacer daño
a esos eternos amantes de camino:
mis pies.
A ustedes que soportan
su destino sin quejas
y que no le temen nunca
a la intemperie;
sienten la lluvia caer,
sienten el sol quemando
sus acordonados cuerpos,
mirando siempre
de abajo hacia arriba,
silenciosamente…
A ustedes,
que una vez se sublevaron
y quisieron horizontalizarse,
pero descubrieron la belleza
y la verdadera esencia
de los lazos…
A ustedes,
trenzas de mis zapatos,
yo las recuerdo esta noche,
cuando escapé descalza,
para evitar que alguien
escuchara mis pasos
y quisiera seguirme.
Hoy quiero disfrutar
plenamente de mi soledad…
¡hoy pretendo conocerme más…!