Padres héroes y madres heroínas del hogar… Pasamos buena parte de nuestra existencia cultivando estos estereotipos.
Fuente: Sueños entre nubes / Gabriel García Márquez
Padres y madres héroes de nuestra vida cuando somos pequeños.
Hasta que un día el padre héroe empieza a pensar todo el tiempo, protesta bajito y habla de cosas que no tienen ni pies ni cabeza.
La heroína del hogar empieza a tener dificultades en terminar las frases y empieza a enojarse con la empleada.
¿Qué hicieron papá y mamá para envejecer de un momento a otro?
Envejecieron…
Nuestros padres envejecieron.
Nadie nos había preparado para esto.
Un bello día pierden la compostura, se vuelven más vulnerables y adquieren unas manías sin sentido.2
Están cansados de cuidar de los otros y de servir de ejemplo; ahora llegó el momento de ellos, de ser cuidados y mimados por nosotros.
Tienen muchos kilómetros andados y saben todo, y lo que no saben, lo inventan.
No hacen planes a largo plazo; ahora se dedican a pequeñas aventuras, como comer a escondidas lo que el médico les prohibió.
Tienen manchas en la piel.
De repente están tristes.
Se quedan sordos y nosotros nos enfadamos porque entienden al revés.
Mas no están caducos: caducos están los hijos, que rechazan aceptar los ciclos de la vida.
Es complicado aceptar que nuestros héroes y heroínas ya no están en el control de la situación
Están frágiles y un poco olvidadizos, tienen este derecho, pero seguimos exigiendo de ellos la energía de una turbina.
No admitimos sus flaquezas, su tristeza… ¡y les gritamos!
Nos sentimos irritados y algunos llegamos a gritarles si se equivocan con el celular o con otro electrónico, y encima no tenemos paciencia para oír por milésima vez la misma historia que cuentan como si terminaran de haberla vivido.
En vez de aceptar con serenidad el hecho de que adoptan un ritmo más lento con el pasar de los años, simplemente nos irritamos por haber traicionado nuestra confianza, la confianza de que serían indestructibles como los superhéroes.
Provocamos discusiones inútiles y nos enojamos con nuestra insistencia para que todo siga como siempre fue.
Nuestra intolerancia sólo les hará que se sientan inútiles. Sólo les hará sufrir mucho. ¿Dónde están nuestro amor y nuestra empatía?
Y nos enojamos cuando ellos se olvidan de tomar sus medicinas, y al pelear con ellos, los dejamos sufriendo, doloridos y pensando que no les queremos como ellos a nosotros.
Hagamos por ellos hoy lo mejor, lo máximo que podamos, para que mañana, cuando ya no estén, no nos arrepintamos por lo que no hicimos…
Tenemos miedo de perderlos y miedo de perdernos, también tenemos miedo de dejar de ser lúcidos y joviales.
Es hora de ayudar con paciencia y con amor.
¡Gracias papá, gracias, mamá!